Guacho llora en la puerta de mi habitación, pretendiendo constante atención, una atención que no puedo ni quiero darle, no toda, un poco si, lo normal para un ser ajeno, un ser de las fronteras externas de mi piel.
Me doy cuenta de que me impuse, de algún modo, demasiada soledad. Toda junta: me mudé a más lejos, me mudé sola, el chico se fue provisoriamente a viajar y además, tengo ganas de pasar tiempo en toda esa soledad, sin forzarme a transitar reuniones sociales, solo por el hecho de que el tiempo se me pase acompañada (nunca fui así). Pero qué pasa, de repente toda esa soledad recae sobre mí y me aborda toda ella, entera, toda junta y masificada, de color verde asfixia. Y es mucha como para este metro cincuenta y ocho.
Soledad, aquí están mis credenciales, vengo llamando a tu puerta desde hace un tiempo. Creo que pasaremos juntos temporales, propongo que tu y yo nos vayamos conociendo. (Drexler)
Las fichas están cayendo, pero ya cayó la más importante y la parte izquierda del cerebro se empecina en hacerme creer que no estás, cuando es obvio y claro que si estás, que estuviste y seguis estando acá (y me señalo el pecho y el cuello). Qué te pasa, cerebro? No te bancas tantas cosas lindas? aaaah....ves cómo sos...un autoboicotero importante, menos mal que con el cuore ya te conocemos y estamos deshaciéndote caso porque creas caos, poco a poco vas a ser parte del talón del pie.
Mi piel comanda.
Tantas ganas de ser puro presente todo el tiempo, aprender, volar, ver ojos brillar.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario