"Querida Juana: ayer me dormí pensando en que ser amante no tiene nada de divertido. Uno se pierde los privilegios de la hueva en la cama con el ser en cuestión, esa cosa de eternidad de horas tirados, alternando comer-cojer-ver películas, con el acompañamiento constante de fumar porro. Pensar eso devino en preguntarme, y por eso te escribo, ¿cómo haremos para vernos cuando yo vuelva a la ciudad? ¿dejarás a tu marido sólo por un par de horas, el frío número de lo que dura un turno en cualquier telo? ¿O podrás inventar un viaje de negocios (sos ama de casa) para tenes nuestro finde inmune a la realidad?
Me entristece un poco pensar que retorno con el recuerdo de nuestros antiguos encuentros y que, en el caso de vernos, ahora todo será diferente. Sabes que ya no resido en Buenos Aires desde hace años y mi lugar de tránsito allí es la casa de padres. Y tu vives con tu marido. Si, no quedará otra que ir a un telo, Juanita. Nunca fuimos a un telo juntos, eras ajena a esos lugares para mí.
Juana, soy otro. Hablo diferente, mezclo el tu y el vos. Y de repente me doy cuenta de que quizás vos también estes cambiada. Entonces, como todo pasa por algo, creo que si, lo mejor serán esas dos horas de placer multiplicado en espejos y dejarnos de joder, sacarnos las ganas y ya. No estar obligados a una postconvivencia birrera o fumanchú en la que hablamos de cómo son nuestras vidas actuales con sendos polvos en otras camas y de cómo devinimos en esto que somos ahora. Dos imaginaciones viceversas que se difuminan ante el primer aliento desalmado."
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