Ando en busca de mi creatividad perdida.
No sé dónde la dejé, tengo vagas sospechas.
Un colchón en el DF. Siempre en manos ajenas.
Un antro lleno de caca de gatos en Balvanera.
Extraño en demasía eso de estar perdida en una hiperciudad y meterme en un museo o una librería.
Explorar.
Leer sentada en una plaza de Mérida, viendo los Andes gritarme desde allá.
Montañas con bocas desdentadas.
Realmente soy mejor con las palabras que con las imágenes.
Las amo y las odio.
Cómo puedo amar tanto la literatura y odiar tanto el chamuyo diario del que vivimos los seres humanos?
Debería volver a ver todo como ficción.
Lo que me decís cómo ficción, lo que te digo cómo ficción. Obsesión.
Me pediste que no haga de esa historia un texto literario, cómo no hacerlo? si ella misma se construyó como tal.
Yo fui pasiva en la construcción de nuestra ficción.
La fui leyendo, detonando, subyaciendo.
Mientras mi cerebro dormía, y yo lo empaquetaba con papel celofán, el mágico velo de la ignorancia drogadicta.
Me dicen "A tí se te puede perder un lápiz o tu cámara, pero...tu creatividad?. Despiértala."
Pitonisa de ojos grandes.
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