8.12.05

Ipecacuana


Y al final dormí­ de dí­a. Tod0 el dí­a dormí­.
Y cuándo me levanté, me preguntó: "¿qué te pasó que dormiste tanto?"
A lo que respondí,­ indignada y con otra pregunta: "¿me tiene que pasar algo para dormir?"
...
No soporto más tanta pelotudez, tanta gente rodeándome.
Tantas bocas respirando a mi alrededor como moscas muertas.
Y soñé con ellas, y soñé con algo más. Y yo tení­a una cartera que jamás usarí­a en mi realidad, que no es la tuya, que no es la de ella.
Estoy vomitiva.

1 comentario:

Mirtho dijo...

Esas preguntas no se que respuesta esperaran.. son preguntas insaciables.. no creo que haya nada que las satisfaga. Con lo cual, no tendrian que tener genesis.. si nunca van a morir.. son preguntas que al momento de nacer llevan consigo el peso de la inmortalidad. (depende de las intenciones del interrogador tambien) Lo gracioso (que en el momento de responder es irritante) son los ojos del que pregunta.. como desorbitados.. imperativos.. me molestan.. en el trayecto, la mirada te llena de acusaciones.. me molesta