Cómo empezar a escribir hoy, no sé, hace dos noches que me la paso pésimo, fumar hierba no contribuye en absoluto con la lucidez mental. Ni con los intentos desmedidos por dejar de comer imbecilidades varias marca Bimbo o Tía Rosa.
No me siento ciudadana del mundo, me siento extranjera, extraña, siento que la tierra es un lugar de seres inmunes al dolor ajeno. Y a mí me duele tanto todo. Y no hablo de la guerra en no sé dónde, hablo de cosas más chiquitas, del llanto de la perra cuando su mamá se va, de entender que tengo la obligación moral de saludar con una sonrisa al tipo que "barre" el agua alrededor de la alberca en el hotel (tarea interminable), porque está parado 8 horas bajo el sol, arruinándose la espalda, seguramente, o con suerte no, teniendo dudas existenciales, y cobrando el sueldo mínimo mexicano (como 2 dólares por día, una mamada tal). Saludar con una sonrisa es el mínimo respeto que merece alguien que está sufriendo las injusticias de este sistema de mierda, cuando a su lado yo, que estoy lejos de ganar muy bien, estoy infinitamente más cómoda.
En fin, pero no quería referirme al sistema en sí. Quiero referirme a la humanidad de la gente.
Dicen que todo lo que vemos es reflejo de nuestro interior.
Entonces, ¿qué soy yo, en este momento? ¿qué soy yo, si veo de repente, perversión, maldad, si veo cómo la gente usa a otra gente solo porque no soporta estar solo?
Definitivamente necesito terapia zen, yoga, un lavaje de cerebro o una lobotomía, directamente.
Anteayer en la noche, sentí realmente cómo mis pensamientos tenían vida propia y no dejaban de acosarme, y de repente me vi pidiéndole a alguien, a un dios o a Macaya Márquez, que por favor me dejaran en paz. Y me puse a repetir "lo siento, te amo, perdóname, gracias" y al recordar ese momento, me dan ganas de llorar.
¿Sabes cuál es la verdad? O una de las verdades que puedo vislumbrar en medio de tanta decepción: no quiero estar en Playa del Carmen. Pero peor que eso es no saber donde en realidad quiero estar. Luego, sé muy en el fondo de mi que no importa el lugar....pero a veces, sí.
Esa sensación de querer aislarme de la gente para evitar el dolor no está buena. Montaña, ser soledad empedernida, volverme ermitaña y ya.
La aventura de no pensar en nadie más que en mí.
Creo que estar enfrascado en una relación con alguien nos aleja de mirarnos a nosotros mismo y activar y así la vida es mucho más "fácil", por eso algunas personas más que otras no pueden estar solas, porque mirarse a sí mismo es terrible, autoseñalarse y hacerse cargo de la propia vida.
Quiero realmente estar sola mentalmente. Físicamente ya lo estoy.
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