Contarte mil aventuras, ser diversa en mucho.
De repente acontece un momento mágico. Y confluencia de personas que no se conocen entre si, en una esquina de Playa del Carmen, me hace gravitar la felicidad.
No sé en qué momento ayer subida a mi bici, casi grité: qué buena vida! Gracias! Pero podría haber sido antes o después de aquel hecho.
No sé en qué momento ayer subida a mi bici, casi grité: qué buena vida! Gracias! Pero podría haber sido antes o después de aquel hecho.
Recuerdo una sensación: La proximidad de las fiestas y del fin de año en La Plata, hacía brotar una energía de huida. Todos nos queríamos ir a la mismísima mierda, lejos, a donde sea, a la playa a ese hotel en Floripa, a Mar del Tuyú o al sur. Huir del cemento y de la monotonía laboral.
Ahora, en el Caribe, esa sensación se contrapone con otra sensación que me gusta mucho más: fluye una energía festiva y todos estamos felices, hay alegría y amor en el ambiente, hay fiesta y joda, hay sonrisas.
Bueno, también hay gente que se desvive por sacarse fotos con una ferrari estacionada al lado de un arbolito de navidad en el nuevo centro comercial de la ciudad. Pero eso se transforma en un detalle contrapuesto que nos hace valorar el resto.
Ahora, en el Caribe, esa sensación se contrapone con otra sensación que me gusta mucho más: fluye una energía festiva y todos estamos felices, hay alegría y amor en el ambiente, hay fiesta y joda, hay sonrisas.
Bueno, también hay gente que se desvive por sacarse fotos con una ferrari estacionada al lado de un arbolito de navidad en el nuevo centro comercial de la ciudad. Pero eso se transforma en un detalle contrapuesto que nos hace valorar el resto.
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