Vuelvo a vivir sola.
Mi roomie se fue, dejando en su habitación un coco seco, una mesa que antes allí no estaba, una sábana que, a juzgar por los sobrecitos de forros, condones, preservativos, (vacíos, por suerte) que había tirados en el piso, debe estar llena de fluidos corporales femeninos y masculinos, secos...si, la sábana (me enredé en las tanto como en las imágenes), un papel higiénico usado, en la cama, si, arriba de la sabana...y en el baño, ese que hoy a la mañana me ocupe de limpiar, infinitos pelos de barba y restos de pasta dental.
Un brindis con licuado de banana por la nueva vida.
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