Nunca fui buena para las despedidas. Que tire la piedra aquel que sí lo es.
Lo cierto que es podemos decir que es el calor, el helado, la vida, pero tengo atravesado un llanto que no lloré y que supongo saldrá en cuotas o todo junto, matándome.
Cuando menos lo esperes, voy a volver a despertarte el cuello, a molestarte la siesta con mis besos y chasquidos en la panza, mi lengua en tu cachete, el agua en tu piel.
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