29.11.11

El ego, el ogro.

Qué bello sería poder dejar fluir mi sangre directamente hacia la tierra.
Ponerme de cuclillas y verla deslizarse.
Si Alberto tuviera concha, escribiría cosas así.

Mientras tanto.

Ayer me pregunté sobre esa gente que no ves hace mucho tiempo y te habla por facebook (todo ahora pasa por ahí), sólo para confirmar ellas mismas las cosas que están haciendo. Pareciera que si no cuentan sus vidas, estas no existen.

Hola, vengo, te hablo, te pregunto como estás, pero casi que no espero tu respuesta y ya empiezo mi soliloquio sobre todo lo que estoy haciendo y lo que tengo ganas de hacer. Espejitos, espejitos.
Al terminar, finjo demencia y me voy rapidito, rapidito.

Gracias por haber nacido con ganas de respetar el silencio, cuando este se merece respeto, cuando las palabras por decir no tendrán una potencia de bomba heurística, microfísica, matera.

El ego, el ogro.

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