Acepto la luz.
Simplemente.
Así de fácil y sencillo.
El Universo habita en mí. Trasciendo el velo de los sentidos.
La clave es aceptar el cambio.
Me despierto con las palabras de mi vecino lorito, encerrado en una jaula. Una grande, con un árbol inside, pero jaula al fin.
Y su voz me lleva a lembrar los pollitos pintados de colores en Venezuela, y me pongo triste y ya no puedo volver a dormir.
Redescubrir la magia de pintarse adentro del párpado. Un halo de luz te ilumina, muchacha.
Podría ver paz en lugar de esto. Y los pollitos ya no existen.
Forman parte de un mundo que imaginé por necesidad, quizá del ego, quizá de qué? El ego, esa Chulsita niña, herida, lastimada. La abrazo y la mimo, para que no joda más con sus ataduras mentales a sensaciones vacías que fingen realidad.
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