Hinchada de tanto carbohidrato, disfruto igual de la vida.
Me muero de sueño, de sueñoS, sueñero, y planifico robar esa reposera del techo de al lado, para ponerla en nuestro techo y dormir ahí.
Cavarnos un bunker sobre el nivel del mar.
Horas después, la trasnoche me invita a ver un gato aterrizar chido sobre la palapa, palangana apendejada que pretende tener tu firma en una costilla flotante, con lapiz de labio, uno rojo, Roberto, uno rojo.
O lo soñé.
Soy tu fan, sos mi nerd, no vale escribir basándome en propias paráfrasis, no se vale.
"Se ha producido un error al publicar o guardar tu vida. Vuelve a intentarlo"
Hoy, la 10 y casi Juárez, pongo un punto, mejor tres. TRES.
(estoy sentada en el piso y se me duerme el culo. Un geko me chifla el moño)
Hoy, sonaste.
Mis rastas estaban todas horribles porque se revelan cuando las meto en el mar y luego las manipulo un poco.
Ese himno bonito, Roberto.
No dejo de hablarte a vos. Antes, nuestros diálogos mentales eran paréntesis de una vida fotográfica. Ahora, son constantes de una vida parentesiada. Ahora encierro entre paréntesis momentos que se alejan de lo cotidiano, fotos, licuados, esas cosas, batidas de coco menstrual.
Mis tetas son un paréntesis.
Toda yo me encierro ahí hasta que unos dedos guitarreros me despierten del sueño premonitorio que fue este mes.
La litera subdividida en caños de escape.
El chilango de los mil datos irrelevantes que me dejan con los ojos más abiertos y los labios más mordidos que un cuento de Andersen en mi niñez.
Lee bien, vo', los labios más mordidos.
Inefable, inasible, inenarrable.
Se grabó, se grabó?
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