Es tan lindo el portugués y tan inentendible cuando no se paran a pensar y a hablar lento...opa, una monja, chicos, veo una monja de branco parada del otro lado del vidrio, es muy viejita y esta muy abrigada.
El arroz que fue el almuerzo de ayer, estaba crudo.
Y no no me guardé las galletitas, esto es una super experiencia, me siento como en Espana de nuevo, cruzando fronteras y todas esas burocracias.
Descubriendo cosas, olores, rostros, palabras, sonidos.
Genera ganas de seguir y seguir.
En la mochila tengo mi mundo y en mi cabeza tengo el no tiempo.
La ansiedad que se había ido, vuelve al conectarme. Por qué...no sé...ya fue...ya se volverá a ir, la dejo acá, en la máquina número 25.
Igual, te digo que los soniditos de los juegos de al lado te enloquecen, tenog mi cuaderno y en el escribo cosas sin ansiedad que devendrán en un fanzine, ponele...o en mapas de inframundos creados con los pies, la sed aparece. La sal se va. Igual que las mayúsculas y los acentos.
Lo lindo fue entrar a Brasil con un arcoiris enorme mirándonos desde allá, pareciera que sólo en Brasil hay arcoiris tan lindos y tan grandes y en un momento me pareció que eran dos... Me puse contenta, fue un buen augurio y le saqué fotos. Una sonrisa multicolor al revés, con un violeta hermoso.
Hacer de Tieté mi casa momentánea para sentirme bien, ahora iré de nuevo a mi lugarcito, al lado de la bajada al estacionamiento clausurada, donde corre airecito y donde puedo leer sentada en el piso, sobre una alfombra mugrosa que tenía depositada una unia de alguien, alguien se estuvo cortando las unias ahí y ahora yo leo Murakami en el mismo lugar, apoyando la espalda contra la mochilota roja y azul.
Brasil bizarren.
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