Decidís ir a depilarte, luego de muchos días sin hacerlo. Ya lograste esas piernas de futbolista que tanto excitan al género garcheril masculino. No te gusta depilarte, crees que es por el dolor, pero sabes que en realidad es por todo lo que implica la depilación: los lugares insípidos pintados de rosa o fucsia, con florcitas, música de radio pedorra y televisor última generación prendido en el canal donde Arjona tiene una piecita, al fondo, un bulín, ponele. Las minas que te dicen "negri", los chupines por doquier, las promociones falsas que te invitan a meterte electrodos en el orto para ser más cogible o para tenerlo más parado que tu mejor amiga y casarte con un abogarcho precoz y adinerado antes que todas tus ex compañeras del secundario, la tira de cola (no confundir con la raya del orto), la mina que te pregunta, una vez que estás acostada, de gambas abiertas y con la concha entalcada, si te vas a hacer la tira de cola, no flaca, no, mirá si voy a dejar que una extraña me llene de cera el orto y tire sin piedad? estás loca? La sensación de ser un objeto ahí sentada esperando y otro objeto lampiño ahí tirada en la camilla, cual carnicería fordista del pelo. "Tenes que exfoliarte en seco, tenés muchos pelitos encarnados" Si, voy a perder valiosos minutos de mi preciosa e importante vida exfoliándome las piernas para que después mis poros se pongan rojos y no sirva de nada, porque, es ley, el pelo encarnado, encarnado se queda, encarnado nace, vive, muere y vuelve a nacer.
La depiladora es la versión coqueta, femme y posmo del torero. Es el matadero del siglo XXI que esconde la dominación del patriarcado heteronómico y nos hace creer que si nos sacamos los pelos somos mejores. Mejores qué? Mejores que quién?
Ves por qué no me depilo?
1 comentario:
no te depiles makanaki
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