20.1.08

El mundo es un cáncer que se devora a sí mismo.

.(Henry Miller).



Uno no sabe por qué se modifican las letras acá, yo no entiendo.
Ayer tomamos aquel champán, yo quise olvidarte una vez, me superaba desatendiendo los llamados del otro lado. Pero es hora de decirte que te extraño (mucho, ya volvé), y de contarte neuroticismos de esos que nos gustan. Leé. A veces me encuentro imaginando que moriste, y me pongo a llorar. Casi me lo creo, porque cada vez que te vas y no sé cuando volvés pienso que te pasó algo. Y pienso de qué forma me enteraría, y lloro como lloraría en esa situación, e imagino el vacío inimaginable, inefable, inasible, inenarrable que surgiría si de un momento a otro me entero de que te fuiste o de que te llevaron, o de que te subiste a una canoíta japonesa y, tapándote los agujeros de la cara con papel, te quedaste ahí a jugar con el agua y el aire.

(qué es lo que hace mover ese aire en movimiento que es el viento?)

Y cuando me hallo ante el símil inventado de semejante vacío (lo que imagino seguramente sea incomparable con la nada de esa realidad), me quiero morir, pero no...quiero sufrir, como sufriría, quiero irme a algún lado, quiero llorar y estoy llorando. De repente siento el cansancio del mundo en un momento, en una cama de una habitación con alfombra azul, mientras miro por la ventana el cielo sin obstrucciones y escucho las voces de al lado que no se enteran de mi pesadez. Porque...cómo seguiría la vida? El trabajo dejaría de ser un lugar en el que no pienso en mis tormentas mentales para convertirse en un lugar que recalca la miseria del mundo (o ya lo es...?), no podría encontrar una razón verdadera por la cual salir de la cama, me metería nuevamente pastillas para no abrir los ojos y soñar con vos y encontrarte al menos ahí, pero eso tal ve sería peor...

Y ya lloro.

Cómo puede ser que alguien exista y al minuto siguiente dejemos de verlo para siempre. No entiendo.
Si nos falta ir al zoológico de Buenos Aires, si todavía no diste tu primera clase en Teoría Psicoanalítica, si quedan muchas películas por ver y no hablo de hijos.
Y tus cosas...serían tan ajenas de repente. Ya no sé si podría ponerme la remera rayada para ir a apagar la luz de afuera a las 2 de la mañana.

Así que volvé, porque tengo miedo de no volver a verte y que lo imaginado se transforme en una raro deja vú.

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