No fue un día cualquiera, porque todos estaban ausentes.
Los judíos,
los cristianos,
los hijos de puta que no tienen gatos que les puedan lamer sus manos,
su cuello,
la parte del brazo que se dobla por delante del codo.
Ella vino igual, aunque sólo quedaba el viento.
La imagen más bizarra de una película inexistente.
Una mujer marihuanizada intentando abrir sin sacacorchos una botella de vino blanco dulce.
Una gata.
Dos.
Una vocecita con montañas blancas.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario