Ahora, si, puedo decir que cerré todas las historias (pseudo)sentimentales que tenía abiertas de algún modo.
No tengo ningún pendiente, no pienso ni siento nada por nadie del pasado, más que esa cosita normal de "gracias por los momentos lindos, aprendizaje de los malos".
Esto es un verdadero comenzar de nuevo, que, quién sabe a dónde me llevará, pero con seguridad, no a los mismos lugares, porque el cerrar puertas implica nuevos posicionamientos.
Tenía un montón de nadas abiertas que eran sólo eso.
La limpia del último trimestre del año me aliviana la estúpida necesidad de hacer un balance.
De todos modos, el balance sería más o menos así: una primera mitad del año a nivel amistad y comunidad muy hermosa. A nivel sentimental, bastante caótica y alterada. A nivel laboral, rara, pero buena. Una segunda mitad del año totalmente centrada en mí y en mis ciclos de aprendizaje, terminación de etapas involuntaria, hacerme cargo de lo que siento y decirlo, un aumento importante de mi dignidad.
La aceptación resignada de que todo pasa por algo, la aceptación resignada de que no queda otra que esperar para ver y sentir cómo algunas cosas decantan. La ausencia de la fiesta como parámetro del crecimiento interior.
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