13.12.04

Entre las diez y media y las doce es el mejor momento para hallar paz en mi casa. Una mañana en mi casa es alterna (sin el -tiva). Siete y media de la mañana, el donante del espermatozoide del que surgí se levanta, acude al ñoba (...) y en la cocina se prepara un café en taza grande, generalmente color salmón, con cuchara sopera y plato hondo para evitar volcar, todo eso va al microondas, menos la cuchara, porque tiene metal, no? Mientras eso da vueltas, el nombrado baja a buscar el diario, que leerá mientras bebé el café, ya sea verano o invierno, siempre café cortado con un poco de leche descremada Santa Brígida en tetra-brick. Una vez que el café llegó a su destino, el hombre va nuevamente al baño, envidiado por muchas mujeres estreñidas de todas las latitudes, sobretodo por su mujer. Después baja las escaleras con un ritmo ya conocido, es hora de trabajar y las persianas suben haciendo el ruido con el que me crié, ese, y el del tren pasando a una cuadra. Son las ocho y media y a partir de aquel momento habrá silencio, hora propicia para que yo me levante y haga mi rutina que no viene al caso (escribo "caso" y me acuerdo indefectiblemente de El Lazarillo de Tormes...), con mucha tranquilidad hasta las diez, momento es el que se levanta la esposa del donante del espermatozoide, aquella que poseía menstruación mensual y óvulos todavía propicios a ser fecundados. Ese momento es clave en el desarrollo de mi día, el demonio de Tazmania irrumpe en la cocina, me dice "hola" y ya me desconcentré. Se prepara el jugo de pomelo recomendado por el médico, lo bebe de un trago (pobrecitu estómaguuuuu), y el café, en tacita comprada para las visitas, con el platito correspondiente...en aquel momento me retiro de la cocina, me voy a mi cuarto a seguir haciendo eso que estaba haciendo, o me voy a sentar como chinito frente a la maquina para escribir esto, siempre esto, o me voy sin irme que no es lo mismo pero es igual, o me voy de verdad sentada en mi bici y moviendo las piernas y la boca. Lavarme los dientes nunca fue lo primero que hice al levantarme, salvo que estuviera en casa ajena y que luego me tuviera que encontrar con la madre de mi ex en bata hablando acerca de la cuenta del gas y ofreciéndome mate y pan con mermelada, queriendo recordar quién era yo, caminando muy lento la mínima distancia que había entre las hornallas y la mesa, y yo huyendo, diciéndome mentalmente "esto no es posible", "qué hago acá", "nunca tuve desayunos familiares de propaganda televisiva y no quiero tenerlos ahora"... situaciones que hace tiempo no vivo, porque mientras todo eso sucedía, en la radio hablaba Mario Mactas...a ver si se entiende mejor esta pintura costumbrista, por favor...: (grito ahogado que estuve reprimiendo todo el tiempo, o no, porque realmente NO CAÍA) sábado, once de la mañana, depto con humedad en los techos, mujer de aproximadamente 70 años con problemas del corazón (reales, no sentimentales) (pseudo-suegra), hablando cosas que hay que hablar (si, también habló del tiempo), pan con mermelada de durazno o damasco, y además, radio AM, Continental (con suerte, he llegado a escuchar Radio Diez, la radio más facha de Argentina...por dio'), Mario Mactas...y todo eso llegó a parecerme tan hipernormal y tan no quiero esto más, quiero...no sé que quiero, pero viva el demonio de Tazmania haciendo fondo blanco con su jugo, y el donante de esperma leyendo el diario en pantalón de pijama, con suerte... la vida anterior había durado apenas un mes...menos de cuatro sábados fueron necesarios para darme cuenta...pero en realidad fueron muchos comparados con otros momentos en los que sentí al instante cosas, y no me equivoqué...en esos sábados fui muy estilo "bueeeno...pero no puedo ser tan exigente...es buena persona...no importa que tengamos ideologías diferentes, o que veamos la vida de maneras desiguales...en algunos aspectos hasta nos llevamos bieeeennn..." NO,nena, NUNCA MÁS.

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