Ella duerme y sueña con tortas de durazno que jamás comerá.
Lucía me dijo que de noche no apaga se teléfono, no le importa estar en el hospital y tener que guardar silencio, guardarlo en el bolsillo del pijama marrón, guardárselo en la garganta. Ayer, mientras la cuidaba de noche, durmiendo en el silloncito de la habitación, porque la habitación tiene silloncito y tv, es un hospital privado y caro y rosa, todo es rosa o cremita en ese templo de la salud, le sonó el teléfono cuatro veces. Lucía no atendió: es él y me está rompiendo las pelotas. No quiero verlo, me da miedo ese señor, no lo entiendo, no me da confianza, es ambivalente y a veces me usa. Me usa como un depósito libidinario, me dijo, angustiada.
Imaginé prácticas con sangre y fósforos. Entonces apagá el teléfono, y tratá de pensar en cosas rosas, y en algodones de tul que te acarician las tetas.
Lucía se durmió a la una y media, y ese aparato no sonó más, yo soñé con radiografías de vidrio y la noche se envolvió bajo esos párpados transparentes que a veces añoramos.
6 comentarios:
Me ha encantado.
Muy profundo , muy duro.
Puffff.
Un beso
Me gusta mucho el texto. Es amargo, casi se puede tocar. Me gusta.
palpable. me encanta tu blog. seguí escribiendo, segui
Muuuuchas gracias!!! :) Y gracias por leer.
me puse a leer tu perfil. genial lo que pusiste en intereses y completamente de acuerdo.
ja! genial
Hasta me dio impresion la sangre y los fósforos.
Un abrazo ChuLs
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