4.11.05

Umberto Eco

Recuerdo que tenía 22 o 23 años cuando se publicó por primera vez Ficciones. Se habían hecho unas 500 copias, prácticamente nadie se había dado cuenta. Entonces vino un poeta italiano (¿Sergio Sogni?), quien me dijo: "Lea este libro. Es de un argentino que nadie conoce aquí". Me enloqueció. Me pasaba noches y noches leyéndoselo a mis amigos. Me reconocí de inmediato en Borges. Fue un amor a primera vista. Desde mi juventud, cuando Borges apenas tenía mil lectores en Italia. Era un desconocido en ese momento (estoy hablando del año 1955 o 1956). Evidentemente, hay una suerte de homenaje en El nombre de la rosa, pero no por el hecho de que haya llamado a mi personaje Burgos. Una vez más estamos frente a la tentación del lector de buscar siempre las relaciones entre novelas: Burgos y Borges, el ciego, etcétera. Simplemente me gustó la idea de tener un bibliotecario ciego y le puse el mismo nombre de Borges, pero en ese momento todavía no sabía que iba a quemar la biblioteca. Es una alegoría. Al igual que los pintores del Renacimiento, que colocaban su retrato o el de sus amigos, yo puse el nombre de Borges, como el de tantos otros amigos. Era una manera de rendirle homenaje a Borges.

4 comentarios:

Hurgo dijo...

Eco y Borges, les quiero a los dos... Jorge de Burgos era un viejo amargado... he escuchado versiones que dicen que más que un homenaje a Borges, es una crítica a su solemnidad.

Hurgo dijo...

Eco y Borges, les quiero a los dos... Jorge de Burgos era un viejo amargado... he escuchado versiones que dicen que más que un homenaje a Borges, es una crítica a su solemnidad.

Hurgo dijo...

Borges y Eco, les quiero a los dos.... Jorge de Burgos era un viejo amargado. He escuchado versiones que dicen que mpas que un homenaje es una crítica a su solemnidad (por aquello de que oculataba que Aristóteles hablaba de la risa en su segundo libro de la poética)

Anónimo dijo...
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