26.11.05

El grasa ideológico

Sábado de madrugación.
Hace mucho calor. No merecemos tanto calor alrededor del cuerpo nosotros que somos cancerianos y que preferimos el frí­o. Pero a pesar del calor tomo mate.
Y me miro mis uñas un poco infectadas por algo y la yema del dedo chiquito de la mano izquierda, con un puntito rojo que hoy es más grande que antes de ayer. Y recuerdo la estupidez.
Esa estupidez y esa grasa ideológica que cubre a ciertas personas con las que me rodeé hace un tiempo. Y pienso: qué suerte que dejé de lado a los grasas ideológicos.
Un grasa ideológico es capaz de exclamar: "qué pedazo de ubres" ante la foto artí­stica de una bonita mujer desnuda, con su cuerpo pintado. El grasa se engañará a sí mismo diciéndose que tiene una vida muy perfecta y ocupada en demasí­a, pero sabe en realidad que se siente un poquito frustrado porque, a su edad, todaví­a no sabe lo que quiere, nunca. El grasa ideológico es infiel, por supuesto. Porque le gustan todas pero no tiene la valentí­a requerida para plantearle a su mujer una pareja abierta, porque el grasa ideológico puede estar con muchas mujeres, pero no soporta que la suya esté con muchos hombres.
Si. Un grasa ideológico es machista y le sigue gustando la pornografí­a bien guasa. Sueña con dos minitas para él solito en una cama redonda de un telo cualquiera. Se alaba su propia forma de coger, es soberbio y pedante.
Su superficie cubierta de grasa me impide profundizar en su persona.
El grasa ideológico se enorgullece de luchar por la libertad de expresión de los grupos de rock independientes, pero más se enorgullece de que lo llamen y lo amenacen. Esas son cosas para contar, piensa.

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