De esperanza no tenía más que el nombre, la que no esperaba nada de los hombres. Coleccionaba amores desgraciados, soldaditos de plomo mutilados. Pero quiso una noche comprobar para qué sirve un corazón y prendió un cigarrillo y otro más...como toda esperanza se esfumó.
Por eso cuando el tiempo hace resumen y los sueños parecen pesadillas regresa aquel perfume de todos amarillas. Y aunque sé que no era la más guapa del mundo, juro que era más guapa, más guapa que cualquiera.
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