11.11.05

De esperanza no tení­a más que el nombre, la que no esperaba nada de los hombres. Coleccionaba amores desgraciados, soldaditos de plomo mutilados. Pero quiso una noche comprobar para qué sirve un corazón y prendió un cigarrillo y otro más...como toda esperanza se esfumó.
Por eso cuando el tiempo hace resumen y los sueños parecen pesadillas regresa aquel perfume de todos amarillas. Y aunque sé que no era la más guapa del mundo, juro que era más guapa, más guapa que cualquiera.

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