17.6.05

Hijos de puta

CAMPO CLANDESTINO DE DETENCIÓN COMISAR�A QUINTA DE LA PLATA.
Las fuerzas represivas definieron y llevaron a la práctica una política criminal de exterminio de lo que ellos consideraron “el enemigo�. Para esto diseñaron y utilizaron diferentes esquemas operacionales a lo largo de todo el país.En la Provincia de Buenos Aires el entonces Coronel Ramón Juan Camps, implementó el genocidio en base al funcionamiento de más de veinte campos de concentración, la mayoría de ellos ubicados en el Gran Buenos Aires y en la ciudad de La Plata. El llamado "Circuito Camps" fue uno de los más grandes tanto por el territorio como por la densidad de población que abarcaba. En los hechos esto implicó que existiera una compleja estructura en la cual se movían diferentes grupos operacionales (o grupos de tareas) independientes entre sí que, incluso, podían actuar en una misma zona y utilizar, en algunos casos, los mismos Centros Clandestinos de Detención.
I- FORMA DE OPERAR.
Uno de estos grupos operacionales era el Comando de Operaciones Tácticas (COT). Se supone que el COT se dividía en secciones de acuerdo a la zona en la que operaba, y que cada una de ellas se identificaba con números escritos en romano. Así, en la localidad de Martínez, a 10 km al norte de la Capital Federal, operaba el COT Nº I, lo que dio origen a que el campo de concentración que utilizaba este grupo fuera conocido como “COTI MARTINEZ� (confundiendo el “I� en números romanos con una "i" imprenta).
A fin de que se comprenda mejor, cada una de las secciones del “COT� era un “Grupo de Tareas� que actuaba "haciendo inteligencia", es decir decidiendo a quienes secuestrar, llevando a cabo los secuestros, participando en las torturas y decidiendo el destino final de las víctimas. Los "Grupos de Tareas" estaban integrados por miembros de distintas fuerzas con apoyo de la Policía Federal y/o de las policías provinciales. Existieron en todo el país con diferentes nombres: "La Patota", el" G.T.3" en la ESMA etc. Con la salvedad de que su funcionamiento en este circuito fue mucho más desorganizado.
La mayoría de las personas cuyos testimonios sirven de base al presente escrito estuvieron bajo las órdenes de un mismo grupo “COT� cuya base de operaciones funcionaba en la Brigada de Investigaciones de la ciudad de La Plata.
Una de las características de la operatoria represiva de este grupo es que las víctimas eran trasladadas de un campo a otro varias veces. En general el circuito que recorrían los prisioneros era: Brigada de Investigaciones de La Plata –Arana– Comisaría 5ta. de La Plata (de Francesco, Laborde, Calvo, Féliz, Favero, entre otros), cumpliendo cada uno de estos Centros una función específica dentro del esquema organizativo de este grupo COT. La Brigada de Investigaciones de La Plata, aunque también allí se torturaba, funcionó como Centro de Operaciones: instancia de admisión y detención temporaria de prisioneros como también lugar de reclusión de un grupo de detenidos que colaboraban con los represores y con los que se pretendió llevar a cabo una experiencia piloto que fracasó. Arana fue Centro de Torturas y la Comisaría 5ta. depósito de los detenidos-desaparecidos.
Sin embargo, este circuito no era el único posible. Otras víctimas, que también estaban bajo la órbita de este grupo de tareas, tuvieron otros recorridos, como por ejemplo: Arana-Comisaría 3ra. de Lanús; Arana-Brigada de Quilmes; Arana-Pozo de Banfield. Así mismo, hay casos en que personas detenidas por otra sección del COT que no operaba en la ciudad de La Plata, eran trasladadas temporariamente a Arana desde por ejemplo el COTI Martínez. Todos estos campos pertenecían al “Circuito Camps�.
Existen también ejemplos de detenidos que "salían" del Circuito Camps siendo trasladados a otros campos de detención dependientes del Primer Cuerpo. Así mismo, el campo que nos ocupa, la Comisaría 5ta., fue utilizado simultáneamente por el COT como depósito de prisioneros y por otro grupo de tareas, como centro de torturas y de extermino, tal como se detallará más adelante.
Esta metodología demuestra una vez más que, aún teniendo independencia operacional, los distintos grupos represivos respondían a un esquema único, planificado desde el Gobierno.
La manera de llevar adelante los operativos no varió demasiado de la del resto del país: se establecían zonas “liberadas� y en grupos de entre 8 y 20 militares y/o policías, vestidos de civil, fuertemente armados y trasladándose en varios autos, casi siempre no oficiales y sin patente, entraban con violencia y sembraban el terror no sólo en sus víctimas sino también en sus vecinos. En este sentido es revelador el testimonio de Miguel Laborde: "E1 4 de febrero de 1977, aproximadamente a las 11:00 hs. y estando en mi lugar de trabajo -Departamento de Tecnología Química de la Facultad de Ciencias Exactas de la Universidad Nacional de La Plata - el Arq. Alayes, que dirigía las obras de remodelación de mi casa, me comunica que mi señora, Adriana Lelia Calvo, embarazada de siete meses, había sido secuestrada de mi domicilio por un grupo de civiles armados. A mi hijo Santiago, de 19 meses, lo habían dejado con un matrimonio vecino. Regreso inmediatamente a mi casa acompañado del Dr. Caffini (compañero de trabajo), ubicada en la calle 528 N°1155 de la ciudad de La Plata, y allí me confirman los hechos. Decido ir a la comisaría de Tolosa (calle 1 entre 528 y 529) sita a pocas cuadras, a formular la denuncia. E1 oficial que me atiende me hace esperar treinta minutos aproximadamente y me toma los datos..... Cuando vuelvo a mi casa los vecinos me dicen que los mismos vehículos que se habían llevado a mi señora estaban rondando por el barrio. Llamo por teléfono a la comisaría pidiendo ayuda pero sin ningún resultado. Salgo por los fondos de mi casa pero en 526 y 3 sorpresivamente de dos automóviles descienden varios individuos de civil apuntándome con armas largas. Después de preguntarme mi nombre me introducen en la parte de atrás de uno de los autos y me colocan una venda en los ojos".
II.- FUNCIONAMIENTO Y DESCRIPCION DEL LUGAR
El centro clandestino de detención funcionó en las instalaciones de la Comisaría Quinta, ubicada en el predio comprendido entre la calle 24, la diagonal 74 y la calle 63 de la ciudad de La Plata, en forma simultánea con las actividades normales de la comisaría. El personal que custodiaba a los secuestrados vestía uniforme de la Policía de la Provincia de Buenos Aires y alternaba sus funciones entre las tareas de oficina y atención al público y custodia de los secuestrados. Estos se encontraban alojados en los calabozos de la comisaría normalmente destinados al alojamiento de presos comunes. Mientras en las oficinas de adelante funcionaba la comisaría en forma normal, en la parte de atrás funcionaba el centro clandestino de detención. Sólo los separaba un patio, en donde muchas víctimas fueron estaqueadas y/o atadas. Así surge de varios de los testimonios que sirven de base a este trabajo como por ejemplo, Fernandez, De Francesco, Calvo, Laborde, Gooley.
En el testimonio de De Francesco se lee: "Cabe citar que una joven, conocida de mi esposa, efectuando un trámite ante las autoridades policiales en esa misma comisaría, fue dejada momentáneamente a solas en una oficina por el policía que la atendía. Así pudo ver, sobre la mesa o mostrador de atención, un listado de nombres al alcance de su vista, que comenzó a leer por curiosidad. Descubrió así que allí figuraban mi nombre y apellido. La mayúscula sorpresa recibida la paralizó, por lo que no se atrevió a seguir leyendo, temerosa de las consecuencias que podría acarrearle el ser descubierta en semejante situación. Este incidente refuerza la evidencia de que la custodia y contralor de los prisioneros ilegales alojados en la comisaría, estaba a cargo de policías de la propia dotación, que desempeñaban dicha tarea como una de las actividades rutinarias del servicio. Por lo demás, quienes oficiaban de carceleros solían hacerlo vistiendo el uniforme policial del servicio de calle".
Calvo, a su vez, relata haber escuchado discusiones entre los guardias por el lugar donde debían prestar servicios: "adelante" (oficinas de la Comisaría) o "atrás" (celdas en los que se encontraban los secuestrados).
Por su parte, Julio Mayor dice: "que fue conducido a las dependencias policiales donde le tomaron 5 veces las impresiones digitales y le sacaron una foto (el fotográfo es rubio, 1,70 m, 30 años, es fotográfo de la policía y lo volvió a ver en la Comisaría 8va.). Le efectuaron algunas preguntas al tiempo que un sujeto morocho con lentes de 1,78 m y 32 años, escribiá a máquina. Luego lo obligaron a firmar sin poder leer lo que estaba escrito." Idéntico relato hacen su esposa, María Hebelia Sanz, y Carlos De Francesco.
Pero sin duda, el testimonio más esclarecedor en este aspecto es el de Mario Otero, quien concurrió a la Comisaría 5ta. a denunciar un robo en su vivienda, acompañado de un amigo. Una vez allí, el amigo es conminado a retirarse y Otero es obligado a permanecer en el patio de la Comisaría. Varias horas. después se presenta ante él el Comisario quien le comunica que quedaría detenido. Otero es golpeado en varias oportunidades en la misma Comisaría y al día siguiente lo trasladan encapuchado y esposado a la Brigada de Infantería Nº 1 de La Plata.
Los testigos coinciden en la descripción del edificio y muchos de ellos reconocen el plano elaborado por la CONADEP que se adjunta a este trabajo. Así mismo Mario Féliz y Julio López realizaron un reconocimiento del lugar ordenado pro la Cámara Federal de La Plata en el que ubicaron los lugares donde estuvieron detenidos.
A la izquierda del patio, mirando desde la puerta de entrada de la Comisaría, se encontraban 4 calabozos. Al primero, donde alojaban a las mujeres, se entraba por una puerta de rejas cubierta a medias por una chapa de hierro. La chapa dejaba libre la parte superior y la inferior de la puerta de rejas. Franqueando la puerta se ingresaba a un recinto rectangular de alrededor de 6 metros de largo por 2 de ancho que tenía una claraboya en el techo. Sobre la pared opuesta a la puerta de entrada había 5 calabozos pequeños (2m por 1) con puertas de hierro en uno de los cuales había una letrina. Las puertas de los calabozos pequeños estaban abiertas durante el día pudiendo permanecer las secuestradas en el resto del recinto con la venda de los ojos baja lo que les permitía verse entre ellas y también observar, sin ser vistas, lo que ocurría en el patio a través de agujeros pequeños que tenía la chapa que cubría la puerta de rejas. Así es que Calvo pudo ver a los guardias vestidos de uniforme. Cuando alguno de ellos se acercaba, cosa que detectaban por el ruido y por que podían ver los pies de quien se acercaba por debajo de la chapa, debían ingresar a sus celdas, subirse la venda de los ojos y atarse las manos atrás y permanecer sentadas en el piso y en silencio.
El último calabozo no daba directamente al patio, sino que se accedía a él pasando por un cuarto que hacía las veces de baño: tenía un lavatorio, una letrina y un agujero en la pared a dos metros de altura que funcionaba como ducha, de donde salía un hilo de agua fría. Este cuarto tenía una ventana pequeña que daba al patio y estaba separado del calabozo por una puerta de hierro con mirilla. A este baño eran llevadas las prisioneras. Calvo relata que eran introducidas 3 simultáneamente y que mientras una de las mujeres se bañaba, la segunda vigilaba el patio por la ventana y la tercera podía comunicarse a través de la mirilla con los hombres alojados en el calabozo.
Según los dichos de Adriana Calvo y de De Francesco, "la patota" de la que ellos dependían, visitaba el lugar aproximadamente una vez por semana y tomaba lista solamente a una parte de los detenidos. Los restantes dependían de otros grupos operativos y no figuraban en la lista de “la patota�, a éstos se los torturaba en las dependencias de la Comisaría Quinta. Este es el caso, por ejemplo, de Susana Falabella y su esposo José Abdala.
Cabe hacer mención que estas torturas eran conocidas y presenciadas por los policías de la Comisaría.
En este lugar de detención se vio por última vez a muchas personas que hoy continúan en situación de desaparecidas, entre ellas: Susana Falabella, Inés Ortega de Fossatti, Jorge Bonafini, Lidia Fernández.
III.- CONDICIONES DE VIDA
En este Centro Clandestino de Detención los prisioneros comían cada dos o tres días apenas un caldo con algunas papas y huesos. No había colchones ni abrigo, el hacinamiento era por momentos tal, que debían dormir sentados. El olor era nauseabundo, la higiene se limitaba a una ducha bajo un chorro de agua helada, sin jabón y una vez por mes. La atención médica era inexistente a pesar de que muchos detenidos tenían infecciones en las heridas provocadas por la picana. Los malos tratos durante las requisas era moneda corriente. El testimonio de De Francesco nos releva de mayores comentarios: "En algunas ocasiones, dada la consistencia acuosa de las deposiciones, defecábamos sobre alguna prenda de vestir para evitar que las deyecciones inundaran el piso, sobre el que dormíamos con lo puesto...... Con el tiempo fuimos infestándonos de piojos que no lográbamos eliminar con el simiesco procedimiento de despiojarnos mutuamente".
IV.- TORTURAS
En el Centro Clandestino de Detención que nos ocupa se usaron los siguientes métodos de tortura física: golpes, picana, submarino seco (asfixia con una bolsa plástica), colgamientos (suspensión de las muñecas o de los pies durante horas), submarino mojado (inmersión de la cabeza en agua), simulacro de fusilamiento, cepo, estaqueo, violaciones. Los métodos de tortura psíquica fueron tan terribles o peor que los de tortura física, tal como lo dicen las víctimas. Y para completar el abyecto cuadro, de la lectura de los testimonios surge que el objetivo de los tormentos no era siempre obtener información de los torturados sino divertirse.
Algunos testimonios son elocuentes. En el testimonio de Calvo se lee: "..... los tenían estaqueados en el patio, incluso llegamos a verlos día y noche en el sol y el frío". Hugo Fernández cuenta que en la Comisaría 5ta: “me condujeron hasta un recinto amplio al que denominaban gimnasio donde un grupo de represores me atan a un elástico y me aplican picana eléctrica. Cabe destacar que no sabían manejar dicho elemento de tortura y que por la forma de comportarse no se trataba de verdaderos represores sino de policías comunes (vi los borceguíes)�. Por su parte, López dice: "En la Comisaría 5ta. ponían la que le decían el Asador ellos, era la cama, que lo ponían atado de pies y manos y después pasaban la picana o nos pateaban, ......, a todos los que estaban ahí, porque los iban sacando por turnos, que los traían, les iban dando apremios, o pegándoles o dándoles picana". En el testimonio de Féliz ante la Cámara Federal de Buenos Aires, se lee respecto de la Comisaría 5ta: "..... una vez los trajeron al baño y uno de ellos contó que los habían atado en una mesa, con la cabeza colgando y los torturaban con la picana y los golpeaban".
V.- ASESINATOS

De los testimonios y documentos analizados surge o puede presumirse que las siguientes personas fueron asesinadas.


Diana B. Wlichky de Martínez
Nacida en Avellaneda el 6 de julio de 1954. Estudiante de Psicología, esposa de Alfredo Guillermo Martínez, militante peronista y embarazada de 3 meses, fue secuestrada el 24 de diciembre de 1976 -según consta en el folio 478 del Nunca Más- brutalmente torturada en distintos campos de concentración y luego alojada en la Comisaría Quinta. Según testimonios de R, G, M y C, se encontraba secuestrada en ese lugar desde enero de 1977 y hasta fines de marzo del mismo año.
Sin embargo, C y G declaran que con anterioridad al mes de marzo se publicó en los diarios que Diana había sido abatida en un "enfrentamiento", palabra utilizada para enmascarar las ejecuciones realizadas por la dictadura militar.
En el ejemplar del diario La Nación del viernes 4 de febrero de 1977, bajo el título "En Ciudadela abaten a nueve extremistas", se informa lo siguiente: "Fuerzas de Seguridad abatieron ayer, en dos enfrentamientos ocurridos en la localidad de Ciudadela a nueve delincuentes subversivos -cinco hombres y cuatro mujeres- ... Otra comisión policial en la calle Santamarina y entre Asunción y Chubut de la misma localidad, al pretender identificar a los ocupantes de un Torino celeste, éstos se resistieron a tiros. Se trataba de 4 personas de sexo masculino y 3 personas de sexo femenino, estableciéndose según documentación en su poder que una de éstas era Diana Beatriz Wlichky...".
En la edición del 13 de mayo de 1977 del mismo diario, al informar acerca del asesinato de Alfredo G. Martínez, reproduce el Comunicado oficial N° 175 del Comando en Jefe del Ejército que textualmente dice: "El Comando de la Zona I informa a la población..... Su esposa, perteneciente también a la banda y que había huido con él, fue abatida por las fuerzas legales en una operación realizada en febrero... "
De ese modo queda probado que oficialmente la dictadura dio por muerta a Diana B. Wlichky de Martínez mientras la mantenía secuestrada, método común en esa época. Su cuerpo nunca fue devuelto a la familia.

María Adelia Garín de De Angelis
Secuestrada el 13 de enero de 1977, cuando estaba embarazada de pocos meses, según surge de los testimonios rendidos en esta causa, fue llevada a Arana, a la Comisaría 5ta. y luego al Pozo de Banfield, donde A C y A M C la ven por última vez con vida el 25 de abril del mismo año. Sus restos fueron encontrados en una tumba común del cementerio de Avellaneda, localidad cercana a la Capital Federal, según consta en el Informe del Equipo de Antropología Forense que se acompaña (Anexo II, Documento Nº 2). La parte sustancial de dicho informe reza: "También se observa la presencia del surco preauricular en ambos coxales lo que indica una alta probabilidad que el individuo haya tenido un embarazo a término. Confrontados los restos estudiados con los datos pre-mortem de quien fuera en vida María Adelia Garín, llegamos a la conclusión que los restos coinciden plenamente. ..... Sobre la causa de muerte, podemos decir que la misma se produjo por el pasaje de un proyectil de arma de fuego a través del cráneo lo que determinó gravísimas lesiones en el cerebro. También fue recuperado durante la excavación arqueológica un fragmento de proyectil de arma de fuego."


VI.- EMBARAZADAS Y NIÑOS NACIDOS EN CAUTIVERIO

El trato con algunas embarazadas fue especial, no se las torturaba físicamente y en algunos casos recibían comida diferenciada. Esto obedecía al propósito de apropiarse de sus hijos. Los represores disponían de ellos como un botín de guerra, dándoles el destino que ellos decidieran, arrasando con la indefensión y la inocencia absoluta. Los niños eran generalmente entregados en adopción a miembros de la represión, como manera de robarles también su identidad.
La sustracción de los chicos a sus madres reconoce la responsabilidad de los integrantes de la Junta Militar, pero la cadena de mandos que se iniciaba en Videla, descendía prolija, casi obsesivamente, hasta el que atendía el parto; el que ejecutaba el robo, el que entregaba los bebés y el que formalizaba la sustracción de identidad.
Las embarazadas vistas en el campo que nos ocupa son:

Inés Ortega de Fossatti.
Secuestrada el 21 de enero de 1977, según consta en el folio 328 del Nunca Más, fue vista embarazada en la Comisaría Quinta por G, M, L y C. Da a luz a su hijo, Leonardo, el día 12 de marzo de 1977 según consta en los testimonios de L y C. A C dice: "...nos desgañitamos llamando al cabo de guardia (así se hacían llamar). Pasaron las horas sin respuesta. Como yo era la única con experiencia le ayudé en lo que pude. Ella era primeriza y tenía 17 o 18 años. Por fin después de 12 hs. se la llevaron a la cocina y sobre una mesa sucia, con tabique y frente a todos los guardias tuvo a su bebé ayudada por un supuesto médico que lo único que hizo fue gritarle mientras los demás se reían. La pusieron en un calabozo sola con su bebé y después de algunos días se lo sacaron y ella volvió con nosotros". Tanto Inés como su hijo Leonardo siguen desaparecidos. C identifica en testimonios posteriores al transcripto, como Jorge Antonio Bergés al médico que asistió el parto de Inés Ortega.

Silvia Muñoz.
Secuestrada el 23 de diciembre de 1976 según consta en el folio 312 del Nunca Más, fue vista en la Comisaría Quinta por G, C y M. A C declara que estaba embarazada de pocos meses cuando la ve en la Comisaría Quinta y luego en el Pozo de Banfield hasta el 25 de abril de 1977.
Silvia continua desaparecida.

Elena de la Cuadra.
Secuestrada el 23 de febrero de 1977 según consta en el folio 129 del Nunca Más. A C comparte el cautiverio con ella en la Comisaría Quinta, desde mediados de marzo hasta el 15 de abril del mismo año y declara que estaba embarazada de 6 o 7 meses. H F dice que una sobreviviente de quien no conoce el nombre, le informó que Elena había tenido una beba en la Comisaría Quinta en junio de 1977 y que el parto fue asistido por Lidia Delia Fernández ( hoy desaparecida). L V declara que durante su cautiverio en la Comisaría Quinta, se enteró por Baratti que Elena de la Cuadra había dado a luz a una nena a la que le puso el nombre Ana Libertad. A su vez, Estela de la Cuadra hermana de Elena, declara que el Subjefe de la Policía de la Provincia de Buenos Aires durante 1977, Coronel Reynaldo Tabernero, admitió frente a Monseñor Picci que Elena había dado a luz a una niña y que el Coronel Enrique Rospide, integrante del Estado Mayor de la Policía de la Provincia de Buenos Aires, le dijo también a Monseñor Picci: “la beba está con una buena familia�. También testimonia que un sobreviviente del Pozo de Quilmes de apellido D le dice que en el año 1978 oyó el nombre de Elena en dicho centro clandestino de detención. Así mismo, el Sr. Fanjul (padre) le informa a la familia de la Cuadra que una sobreviviente del mismo centro, que no identifica, había visto a Elena allí en febrero de 1978.
Elena y su hija continúan desaparecidas.

Diana E. Wlichky de Martínez.
M declara que estaba embarazada de pocos meses. (Ver Capítulo Asesinatos).

María Adelia Garín de De Angelis.
M, G y C declaran que estaba embarazada cuando la ven en Arana. C y M también la ven en la Comisaría Quinta y C la re-encuentra en el Pozo de Banfield en abril de 1977.
Los restos de María Adelia fueron encontrados en una tumba común en el cementerio de la localidad de Avellaneda, según consta en el Informe del Equipo de Antropología Forense que ofrecemos como prueba acompañando copia (ver Capítulo Asesinatos). De acuerdo a dicho informe María Adelia dio a luz.
Su hijo nunca fue ubicado.

A C.
Secuestrada el 4 de febrero de 1977, se encontraba embarazada de 7 meses según sus propios dichos y los de A, F, L y D F. Ella relata que durante su cautiverio en la Comisaría Quinta: "el Dr. Bergés nos sacó de la celda a Inés y a mí, ya que estaba yo embarazada, aunque yo no tenía contracciones, nos llevaron prácticamente a la rastra escaleras arriba, en una escalera de cemento, donde nos golpeábamos en todos los escalones, nos tiró en el piso y en menos de 3 minutos, nos hizo un tacto a cada una, era sin duda un médico obstetra". Su parto se produjo en un auto, maniatada y con los ojos vendados, cuando era trasladada por personal de la Comisaría Quinta, al Pozo de Banfield.


VII.- NIÑOS

Los niños no escaparon a la brutal represión descripta. Está probado en la Sentencia de la Causa 13 que se secuestró, se mantuvo en cautiverio y en algunos casos se privó de su identidad, a menores de edad.
Los niños vistos en los campos de concentración motivo de esta presentación son:

Sabino Abdala y María Eugenia Gatica.
En la Sentencia de la Causa 13 dice: "Está probado que María Eugenia Gatica de 13 meses, fue privada de su libertad el 16 de marzo de 1977 en el domicilio de Susana Falabella de Abdala, sito en Calle 67 y 167, Barrio Los Hornos, en La Plata, Provincia de Buenos Aires".
De los testimonios rendidos en esta causa surge que María Eugenia Gatica y Susana Falabella fueron secuestradas junto al hijo de ésta última, el niño Sabino Abdala.
El testigo D F dice en su declaración: "En la Comisaría Quinta fui testigo de uno de los hechos más dramáticos de mi cautiverio: un día ingresaron varios automóviles de donde hicieron descender a varios hombres y mujeres, dos o tres, y a dos niños de corta edad, uno de unos dos años y el otro de tal vez 3 ó 4. Las dos criaturas lloraban y gritaban, asustadas, y un policía los tomó poniéndose uno bajo cada brazo, y así los sacó de nuestra vista".
También mencionan la presencia de los dos niños, L y F. Este último dice: "Estando en la Comisaría Quinta escuchamos llorar a unos chiquitos y otra vez me preocupé, pensé que era mi hijo, yo tenía un hijo de 3 años entonces y este era un chico de esa edad más o menos, que lloraba frente a la puerta de la celda".
C a su vez, relata que estando en la Comisaría Quinta "... escuchábamos que llegaba gente, que llegaban autos, eso fue terrible, escuchamos Sr. Presidente, que bajaban a gente y escuchamos a dos chiquitos que lloraban, a dos bebés de muy corta edad. No entendíamos nada, no entendíamos por qué había chicos ahí. Me acuerdo perfectamente sus llantos, durante mucho tiempo no entendimos por qué había chicos en ese lugar...". Mas adelante C testimonia que se enteró por Susana Falabella que esos dos niños eran su hijo, Sabino Abdala y María Eugenia Gatica, hija de una vecina.
Sabino y su madre, Susana Falabella, continúan desaparecidos.
María Eugenia fue restituida a su madre, Ana María Caracoche de Gatica, en 1985, según consta en la Sentencia de la Cámara Federal en la Causa 13: "Se encuentra acreditado que María Eugenia Gatica fue restituida a sus padres en el curso del año 1985. Ello surge de las constancias de la causa de referencia, en la cual se dispuso la restitución de la niña a sus padres."
En la causa seguida en La Plata ante el Juez Penal Antonio Borrás se condenó a Rodolfo Oscar Silva, Policía, como autor penalmente responsable de los delitos de supresión de estado civil de menor en concurso ideal con el de falsificación de documento en perjuicio de la menor María Eugenia Gatica

Mónica Graciela Santucho.
Niña de 14 años vista por S y D F en Arana. D F la escucha llorar y S dice en su testimonio cuando describe a un represor que se hacía llamar Coronel: "Fue él quien obligó al torturador a torturar a Mónica Santucho pues aparentemente éste se resistía debido a que se trataba de una niña de 12 años". S la ve también en la Comisaría Quinta en donde relata que Mónica presentó un cuadro de abdomen agudo.
Mónica continua desaparecida.


VIII.- PARTICIPACION DE REPRESENTANTES DE LA IGLESIA CATÓLICA

Al igual que en muchos otros campos de concentración que funcionaron en la Argentina durante la última dictadura militar, en varios de los pertenecientes al "Circuito Camps" se vio a representantes de la Iglesia Católica en actitud de clara complicidad y colaboración con los represores.
Es conocido que el Capellán Von Wernich participó activamente en la experiencia fallida de "recuperación" de prisioneros que Camps implementó en la Brigada de Investigaciones de La Plata. L V dice: "Con respecto al sacerdote Christian Von Wernich, he de decir que estaba perfectamente al tanto de lo que sucedía en los campos de concentración y que fue pieza clave en el trabajo psicológico que se realizaba sobre los prisioneros. Se permitía hacer bromas con detenidos recién traídos de la tortura, tocándoles el pecho y diciéndoles: "te quemaron todos los pelitos", o hablaba en plural diciendo: "realizamos un operativo y encontramos papeles con todos mis movimientos". A un detenido que le expresaba su deseo de no morir, le contesto: "hijo mío, la vida de los hombres la decide Dios....y tu colaboración". A veces ante el requerimiento de los detenidos, decía que nos merecíamos la tortura, el cautiverio y lo que vendría después, porque debíamos pagar por el mal causado a la sociedad. A dicho sacerdote lo vi en la Comisaría 5ª de La Plata y en la Brigada de Investigaciones (Central)."
También da cuenta V de que Von Wernich conocía el nacimiento de Ana Libertad, nacida en cautiverio en la comisaría 5ta en Junio de 1977, hija de Elena de la Cuadra y Héctor Baratti
Además, varios detenidos en la Comisaría 5ta. (D F, C, L) dicen que la comida era traída del Seminario Mayor vecino a la Comisaría.

1 comentario:

Rosa de Lima dijo...

...No tengo palabras...

Un título muy acertado.
Un beso!