El perro de las lágrimas se detuvo indeciso en el umbral. Y es que, pese a la libertad de movimientos de que han gozado los perros los últimos meses, se mantenía genéticamnete incorporada en el cerebro de todos ellos la prohibición de entrar en las iglesias, probablemente la culpa la tuvo aquel otro código genético que les ordena marcar el terreno dondequiera que lleguen. De nada sirvieron los buenos y leales servicios prestados por los antepasados de este perro de las lágrimas, cuando lamían asquerosas llagas de santos antes de que como tales hubieran sido delarados y aprobados, misericordia, ésta, de las más desinteresadas, porque bien sabemos que no consigue cualquier mendigo ascender a la santidad por muchas llagas que pueda tener en el cuerpo, y también en el alma, lugar a donde no llega la lengua de los perros.
José Saramago, Ensayo sobre la ceguera
1 comentario:
Me hiciste acordar a los perros vagos que hay acá en Viña y en Valparaíso. Está lleno de todas las especies posibles. A propósito acá a los perros vagos sin un pedigrí calificado se les llama "Kiltros"; un término en su inicio despectivo, pero que ya ha comenzado a tener hasta un cierto toque de simpatía.
Un beso Chuls,
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