4.2.09

Las espinas no son tales

Al volver, la naturaleza no sólo había enraizado en mí, léase pelos que ya habían sido desterrados, pero también ganas de abrazar a los cerros, sino que también había crecido en mi casa, gracias a dos seres lumínicos que vinieron a regarla.
Pero los cactus crecieron porque yo les estuve mandando energía desde allá, mirando, admirando y queriendo a otros cactus abuelos.



Hay muchos dúos de payasos yirando por ahí. Librillo y Bonete es uno de ellos.

Campo Quijano, Salta

1 comentario:

asiqueque dijo...

mirá quién volvió!



dicen y es verdad
no hay mal q dure cien años

en el amor todo es triste pero triste y todo es lo mejor que existe...