Se vuelve a lo sagrado dejando que lo que es sea,
dejando
o mostrando apenas como un testigo,
un fotógrafo,
un iluminador de sombras.
La oscuridad, iluminada por dentro, borra todo límite; se abre cita.
La noche da a luz
lo que ella misma ordena. (El vocablo es después
es su don. La luz de su sombra).
Nacimiento a oscuras, en el anonimato de las sombras, pero potente;
parte el anonimato.
Nace la forma.
Es.
Saber que hay más que lo que hay- lo que en la noche late- no es
saber qué es lo otro: es crearlo. (Es dejar de saberse).
La carencia es erótica.
La plusvalía de la existencia, su otro lado, se da siempre por vía
creadora. La recepción responde: crea lo recibido.
Como un don que se nos diera por haberlo recibido: como la mitad perdida: la por crear.
O la ya creada:
la obra, la gracia de lo imposible, la siempre inconclusa
(lo inconcluso se abre en la obra,
ese abrirse obra.)
Ese exceso, ese desborde de nada, es el alma. La obra es el cuerpo.
Su ahora:
la resurrección del presente.
El retorno a lo sagrado.
La luz atravesando un bosque,
un árbol.
HUGO MUJICA
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