Escribo la retaguardia del silencio.
Me exorcizo provocando un acto hueco.
Yo no seré la autorizada. Necesito que me des permiso.
Quiero tirarme en el piso y apoyar mi espalda contra los azulejos azules, paralela a la pared y perpendicular a la bañera. Los ojos se cierran y duermen. Las piernas dobladas se mecen de un lado al otro, activando levemente los músculos de la cintura.
El piso es azul, las paredes, no, y yo tampoco. No lloro. Me callo.
Surge la idea de empezara tragar palabras en lugar de comida. Qué será peor.
Mi alma abandona el cuerpo y no abandona el alma; ni el cuerpo, el cuerpo. Razón de más para no morir. Los granos de azúcar van a corromper mis muelas.
La derecha. Me quedan cinco dÃas para intentar hacerlo en paz. La repetición me puede matar. Dormir es morir y qué pin qué pan, Martha. (Por favor, cerrá la puerta cuando vayas al baño, no te das cuenta de que esta casa no es un chiquero….) Qué hacer. Me debato entre el intento de sacar lo que tengo adentro mediante diferentes…a saber…mierda, vómito, literatura, diario personal. Las nombradas pueden ser metafóricas o literales. Demasiado tarde para vómito, muy temprano para mierda, que en su momento será demasiado tarde para completar la totalidad de lo ingerido.
Es asombroso ver cómo cambio cada dÃa. Ayer deseaba el hoy. Hoy deseo morir. Hoy digo que no todo en la vida fluye por naturaleza. Una cosa es fluir y otra caerse en el pozo del destino – que parece avanzar, pero se detiene en las repeticiones. La cinta trabada. No puede apretarse el botón que expulsa tu vida del mundo de los agujeros negros. HOY quise que volvieras. Me estás dando señales equivocadas, quizás se te cayó el camión encima. Soy un enano demasiado susceptible a las desapariciones.
Quiero quemarme al quemar mis diarios pero no puedo quemar mis diarios.
Cuando escribo debo estar muerta, porque leo todo lo que escribà alguna vez y no recuerdo haberlo escrito. Escribo compulsivamente. Soy un ser que se maneja por compulsiones. La tinta es mierda azul. Hoy siento mi garganta más que nunca. Cada vez más alejandrizada, ahora con el pelo corto.
Para qué mentir, si amo la noche. Ya sea para escribir o para andar en bicicleta, que es lo mismo.
Se me cae la piel sobre el libro.
Tengo que darte cositas. Tengo miedo pero tengo que darte cositas. Me lastimo pero tengo que darte cositas.
¿Para estar con vos siempre? ¿O para alejarte más, Alejandra, alejarte?
Mi alma abandona el espejo y no quiere dormir.
Pero no voy a poder sobrevivir sola hasta la noche.
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