Vamos de nuevo: el casilímite

Me doy cuenta que no son las 7 y cinco todavía y apago el despertador hasta que vuelva a sonar.
Ya sé que después me voy a arrepentir, pero como me arrepiento de todo, constantemente, ya es hábito el arrepentimiento y se constituye en algo esencial, aunque marca diferencias. Publicidad de gaseosa.
La necesidad de cambiar de vida, me llevó, una vez más, hasta el casi límite de las cosas. Lo cual es medio patético porque ni siquiera es el límite. Me hago la casi loca. Ya fue, y termino con ciertas cosas y digo que voy a empezar otras que nunca empiezo. El cambio es en mi realidad (casi)parodiada una excusa para terminar de intoxicarme y llegar al otro casilímite.
Me despierto y es un día de sol. Me digo, obligada, que es lindo día un martes soleado y trece para comenzar a cambiar y mi cara es de mentira. Mis casilímites me llevan a estar peor, pero seguir estando, y por eso no son límites.
Y en qué querés cambiar, Julieta?, por qué no dejas de hablar sin decir nada y le pones un nombre a las cosas? un nombre consensuado, claro, así por fin, de una puta vez, entendemos lo que querés decir, me dirán.
Quiero mejorar mi vocabulario, por ejemplo, Roberto. Es una manera de decir que me siento mentalmente atrofiada y que quiero leer más.
Quiero rendir y quedarme sin finales pendientes. Linea de punntos que te lleva al payaso al final del laberinto: estudiar, leer, hablar. Hacerlo.
Quiero bajar un par de kilos. Caminar, no seguir metiéndote cosas en la boca como puta sin trabajo y dejarte de joder. Comer pijaire en vez de asado, fuking veggie del orto (?)
Y esas cosas. Pero ves que al decirlo todo como es se vuelve aburrida la vida?
Si: hola Natalia Perez, ex compañera. No tengo ganas de contarte qué fue de mi vida en estos trece años que estuvimos sin vernos, pero quizás el decirte que la vida como es me aburre te esté diciendo mucho más que al esclarecer mi recorrido académico, laboral y amoroso.