Quiero más (el rapport)

Hoy fui a sacar fotos. Me prestaron una Olympus reflex por 25 horas y me dieron un rollito, como diciendo: ahora vas a ver lo que es sacar fotos de verdad y no con esas digitales con las que sacas 40 fotos y después borras 27, para darte cuenta de que, de las 13 que quedaron, sólo 2 son pasables.
Así que cuando volví de la psicóloga, a las tres de la tarde, me fui a la plaza que queda a una cuadra de casita, venciendo mi temor a todo, pero sobre todo a la gente. Primero la calesita, siempre temiendo haber puesto mal el rollo, la gente comenzaba a preguntar para qué eran esas fotos y yo me encontré de repente dándole explicaciones a la gente, como si tuviera de repente miles de madres dispersas por todo el barrio.
Ahora pienso que quizás mi actitud incitó a las personas a preguntarme esas cosas. Como la vieja de la mercería. Claro, nadie me manda a sacar fotos en una mercería de barrio atendida por una vieja doña Rosa que se puso a hablar de la inseguridad y de que quizás "alguien viene a sacarte fotos y después te roba".
Sin duda, los más predispuestos fueron los viejos que jugaban a las bochas y hacían chistes tales como: ojo que no se te rompa la cámara, para qué revista son? para la revista Chacras? Y posaban! La gente me posaba.
Después, los del taller de motores que no me dejaron fotografiar, quién sabe qué habrán pensado, por ahí, como la Rosa anterior, temían que yo fuera de Arba o de la AFIP o de la concha de la lora, porque el no fue rotundo. Si. La Rosa me comentó, sisi, sacá, acá está todo en regla.
Fue una experiencia rara, primero, porque hacía 40 siglos que no tocaba una analógica, segundo, porque me mandé sola y pensé que me iba a costar mucho más, y tercero, porque todo es raro para mí. Qué sé yo.
Me gustó, claro.
Ahora quiero verlas y sólo espero que hayan salido bien, al menos un par, vamos.
Me volví a casa con la sensación de que en fotografía también existe el rapport con el otro. Y que tengo que aprender a mejorar eso. Justo yo, la antisocial número 24.