Iba a escribir algo.
Iba a decir que odiaba algo.
Pero, contrarrestando la mala onda ambivalente de una lechuga descartada, destapada y destartalada, el chico de la bicicletería ajustó el manubrio de mi bici, y ese otro chico del kiosco me abrió el candado, que desde hace unos días se resiste a cambiar su estado. Y yo con tantos prejuicios encima, llegué a una casita limpia, con un gato extrañamente encantador y tranquilo, un poco más confiada del mundo. Y recordando la sonrisa del pizzero. Retazos de hombres que no hacen un ser entero, pero que en días como hoy me hacen pensar que si me limito a vivir*, la vida no es tan fea.
*no es cursi, es Spinetta
[me abrió el candado no es metáfora]
1 comentario:
bueno ya leer que la vida no es tan fea me hace pensar que estás bien y me agrada.
saludos juli!♥
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