11.12.04

Fémur en mochila

Nena, que hables sola es un mal sí­ntoma. Quiere decir que ya todo está al revés. Como en aquel mundo. Pero peor. Todo de nuevo dado vuelta, entre sismos que piden a gritos un poco de color. Luego de sendas caminatas por la orilla del mar, Alfonsina decidió introducirse. Sus pies ya estaban mojados. Sus manos contení­an anillos de Victoria, aquella í­ntima amiga con la que tomaban tantos tés mirando el mar desde el balcón (porque en esa época el mar se veí­a desde allí­). De chica yo soñaba con bucear sin snorkel y encontrar sus huesos. Si los hubiera encontrado, los habrí­a llevado en mi mochila permanentemente. Hoy su casa es una pensión de mala muerte en un barrio tí­picamente marplatense, en donde la chica de rulos tiene una casa, seguramente con las piedras tí­picamente marplatenses también. La casa será de ella. Heredará ese departamento también, pero seguramente lo alquile. No es apto consultorios. Yo la imaginé viviendo con su hermana, pero es hija única. Y habla mucho. Tiene muchas carteras de diferentes colores, para combinarlas bien con sus pantalones "Capri". En verano, colores pastel. En invierno chocolate y celeste. En primavera, amor y flores. Y en otoño, a dormir.
Yo: en verano tomo sol sin gorro porque soy rebelde, en invierno igual ando en bicicleta a las ocho de la mañana, en primavera empiezo a armar, en otoño no barro la vereda-nunca.

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