27.11.04

Párpados de fuego

Que se abren y se cierran haciéndote cosquillas con las pestañas.
Oí­dos que miran del color de una nube que pasó ayer y se quedó atrapada en la copa del árbol de la esquina de la verdulerí­a que atiende ese señoor que usa gorra azul los días sábados de lluvia. Levito. Tragó. Escupió.
A ella le encanta la idea de que él vuelva a su casa todas las noches y se acueste a su lado. Le gusta sentir que el colchón se aplasta debajo de aquel cuerpo inmenso. Ella tan chiquita-Él tan grande. Me sacó el lugar su pequeñez. Su pequeñez desplazó a la mí­a. Pero dentro de poco yo seré todaví­a más ó­nfima, en esta carrera haci­a lo mí­nimo común.
En esta carrera hací­a lo mínimo común, multiplico las estrategias y sólo ingiero manzanas. Manzanas enteras que no hago puré. Hago puré de mi ser. Ser pura para digerirme sin tanto esfuerzo.
Mi pequeñez desplazó a la tuya, tantas noches.
Mi pequeñez será mayor.

A los dos, y mí, a mil.

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